Nunca es fácil ser duro

En alguna parte leí que Syd Vicious era en verdad un tipo blando. Ese maldito se podía inyectar 20 gramos de heroína antes de cepillarse los dientes en la mañana. Cuando estaba en el escenario no le importaba reventarse los dedos apaleando ese bajo de mierda que le había dado la disquera.

Sin embargo, decían que ese tigre adicto y furioso tenía relleno de caramelo. Partirle la madre a la reina de Inglaterra no era nada para él, pero imaginarse a Nancy con otro tipo lo ponía frágil como un ciervo con una pata quebrada.

Ella lo condenó desde el primer día. Le derritió el plomo en las venas. Y cuando la encontró apuñalada en el suelo de su casa, supo que era amor lo que sentía por esa chica y que sin ella no valía la pena continuar.

Pero Syd está muerto. Y Nancy también. No importó lo duro que fue. No importó que él solo le rompió las bolas al planeta entero. El final le llegó entre lágrimas, mocos y una jeringa repleta de heroína.

Tampoco sé qué tanto tengo adentro. Hace años las cosas eran simples: nada de comer chocolate antes de almorzar, irse a la cama a las 11:00 p.m, cepillarse todos los días y esperar a que los dientes no se cayeran. Pero, ahora las cosas son diferentes. Tienes que ser fuerte y demostrarle a todos que lo eres. Llorar no se vale. Es difícil tener las entrañas duras para digerir mierda y sangre a diario.

Ser escritor no te ayuda con eso. De nada sirve sacar la basura que hay en tu alma y ponerla en el papel. Al final sólo quedas con documento que certifica tu visita al infierno.

Leer también apesta. Puede ser peor, te jodes aún más. Los viejos perros se exorcizaban en cada página y algunos salían ganando. Pero no puedes ser como ninguno de ellos.

Ya has leído a Neruda, ese anciano enamorado de las morenas que recitaba poemas con voz trasnochada y encantaba mujeres como a serpientes. Él supo abrirse paso por entre las piernas hasta los corazones sin mayores líos. Tú no eres Neruda. También leíste a Faulkner y a Bukowski. Y entonces no queda duda. Eres un maldito flan, dulce y blando. Qué cosa tan seria ¿eh?

Por eso das vueltas en tu cama cada noche. Ese es un lugar peligroso, ahí no sabes cómo defenderte. No hay vacuna contra ese cáncer que se llama soledad. Pero, al día siguiente debes ser duro como una piedra deteniendo las olas. Eres una pared de concreto reforzado. Tienes el pellejo duro como un caimán. Y allí ya no sabes qué pasó. ¿Por qué no eres Neruda y enamoras morenas? ; ¿por qué no eres Syd Vicious y te destrozas el cráneo a punta de alcohol y rock 'n' roll? No es fácil ser duro.

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