El día feliz del Señor Quién?


(Foto: Martha Calle)

El Señor Quién? era un tipo bastante decente. Todos los días tomaba baños de 20 minutos y cada miércoles y sábado se rasuraba la barba y el bigote. Cuidaba su dieta. Nada de grasas saturadas ni exceso de harinas. Los domingos almorzaba coles hervidas y caminaba 30 minutos sin pausa.

Algo que el Señor Quién no podía soportar era el estar mal vestido. Por eso tenía un cuidado maniaco con su ropa. Tenía un cajón para las camisas, otro para las medias, un tercero para su ropa interior y un amplio clóset de dos metros de alto por dos metros de ancho para colgar sus pantalones, corbatas, chalecos y sacos.

Tenía además un sofisticado bidé en los que mantenía sus zapatos. Lustrar su calzado era un ritual imprescindible cada madrugada. Luego de exfoliar su rostro con suma delicadeza usando piedras y una colección de cremas y jabones que lo enorgullecía, pasaba al patio donde se dedicaba a brillar y pulir todos sus zapatos, así no los hubiese usado.

Luego, esperaba a que el sol estuviese alto en el cielo y contemplaba su trabajo. El brillo debía cegarlo para saber que lo había hecho bien. Cuando esto pasaba sonreía satisfecho. Para ese momento la señora A. ya tenía listo el desayuno y lo llamaba a la mesa.

Siempre era lo mismo: un huevo pasado por agua, sin pelar y servido en un pequeño vaso de plata. Una taza de café con leche y dos cubitos de azúcar, medio vaso de zumo de naranja, cultivadas por su vecino, el señor Dónde?, y una rodaja, de no más de 67 milímetros de grosor, de melón o papaya. Además, la señora A. horneaba unos exquisitos croissants que hacían que el Señor Quién? pecara de gula en no pocas ocasiones.

Después de tomar sus alimentos de la mañana el Señor Quién? regresaba al baño. Se lavaba los dientes por quince minutos. Luego enjugaba con productos de higiene bucal que compraba cada trece días a un cuñado suyo.

– Bien – se decía satisfecho frente a el espejo – Ya es hora.

Entonces entraba a su cuarto y se vestía tan impecablemente que para cuando terminaba ya eran más de las 10:00 a.m. Se despedía de la Señora A., encargándole que el almuerzo estuviese servido a más tardar a las 2:00 p.m.

El Señor Quién? Entonces salía a la calle. Caminaba diez cuadras hasta un paradero en la Calle ABC. Una vez allí se sentaba a esperar su transporte. Cada mañana, mientras esperaba, ojeaba el periódico. Nunca leía más allá de la segunda página.
Pero, no ese día. Ese día abrió el diario en las páginas de los obituarios. Leyó la segunda nota después del cabezote:

Ayer fue encontrado muerto en su casa de la Calle 123. El Señor Quién?, uno de los escritores de ficción más importantes de la ciudad. Las autoridades locales reportaron que el Señor Quién? Falleció a causa de asfixia, presuntamente provocada por su ama de casa la señora A, quien se encuentra bajo custodia policial. El Señor Quién? había publicado 17 novelas basadas en un imaginario cowboy espacial llamado Trip Stardust. El Alcalde de la ciudad presidirá esta tarde el funeral del Señor Quién?, quien al momento de su muerte gozaba de plena salud y se encontraba trabajando en su más reciente obra literaria.

El Señor Quién? sonrió. Dobló el diario, lo puso debajo de su brazo izquierdo y empezó a caminar en el sentido contrario a su casa.

1 comentarios:

Anonymous said...

Shit! I thought Xuxa was freaky...

Parce, me pregunto... qué diablos esperás para lorar que al menos un baboso con tendencias suicidas lea un poco de esa basura tan hermosa que sabes hacer... Se te ama putamente.

Atentamente,

David Monpelle
Fiascorp, LTD. Vicepresident