Carpe diem my love, carpe diem



Nena, deséame suerte porque llegó el final. De aquí en adelante no hay más nada para ti o para mí, al menos no juntos. Puedes seguir durmiendo en la buhardilla hasta cuando desees y puedes quemar los libros de Borges, como siempre quisiste, ya da igual. Además, nunca me gustaron tanto como quise hacerte creer.

Supongo que era una forma de convencerte de que estoy menos vacío de lo que siempre admití, pero qué carajos, basta de posturas elegantes y protocolos inútiles. Lo cierto es que sólo soy un perro que enterró un hueso y olvidó recogerlo, pero quiere ir por él. Y es eso lo único que me hace palpitar. Nada más.

Así que buena suerte para ti también. Ahí se van a quedar tus tacones. Guardados en el clóset, como desde el día que lo compraste aunque sabías que no los ibas a usar jamás.

Siempre me gustó eso de ti. Encontrabas espacio en tu vida para todo y todos. Y cada uno tenía justo el sitio que se merecía. Yo perdí el mío por ser un idiota que poco sabe de querer.

Nunca aprendí eso de las prioridades. Imagino que en parte esa es la razón de este adiós. Pero, ¿qué más puedes pedirle a un tipo como yo? Quiero decir, amar es una maratón que requiere resistencia y de eso me resta poco, ya lo sabes. También sabes que me gusta comer solo y en la oscuridad.

Seguro no te has enterado aún, pero Violeta se suicidó hoy. Se cortó las venas en una bañera llena de agua tibia. Dicen que es la mejor forma de hacerlo. No estoy nada bien, pero todavía no he llorado por ella. Intento dejarte a ti primero. Una cosa a la vez.

Supongo que los muertos no necesitan que alguien los recuerde a todo momento. Tampoco necesitan zapatos o un techo para protegerse de la lluvia ácida. Sé que Violeta me entendería.

¿Sabes qué? Que dos mujeres te abandonen en menos de una semana no es nada bueno. Cosas de ese tipo te afectan y los dolores de espalda se hacen cada noche peores.

Por eso ayer traté de visitar a mi mamá, pero sabía que iba a preguntar por ti y todavía no tengo una buena coartada. Ella siempre estuvo orgullosa de que un lagarto como yo pudiese encontrar un lugar caliente al lado de una flor honesta y bonita como tú.

Ayer me llamó Lucas. Lo de Violeta lo tiene muy afectado. Le dije todo sobre nosotros. Me pidió que te dijera que no olvides el llevarte el CD de Velvet Underground.

Estaba bastante borracho cuando hablamos. Creo que estaba llorando, pero él siempre se pone sentimental cuando Tom Waits toca en París, así que no le di mucha importancia.

Así que nena, deséame suerte porque se terminó la canción. Deséame suerte porque te vas lejos y yo no. Y es la quietud la que mata. ¿Recuerdas a Jim? Cuando dejó de moverse su corazón le jugó una mala pasada. Janis tampoco soportó el óxido y se secó.

Tal vez me vaya cerca de ellos ahora que tú y yo no vamos a gastar tardes enteras encerrados en oscuras habitaciones de moteles de mala muerte descifrando canciones en los sonidos que hace el aire acondicionado.

Tengo planeado volver con los chicos. Me cuentan que las cosas siguen igual. No les creí una sola palabra. Sé bien cuando ellos mienten. No sé qué me están ocultando, pero no debe ser nada agradable. No les conté que me mudé. Será más fácil hacerlo al calor de unas cervezas.

Ellos siempre dijeron que lo mejor de mí eras tú. No estaban equivocados. Ahora sé que nada es mío, especialmente tu cariño. Me parte el alma llevarles malas noticias, pero cuando aprieta el frío ártico no hay muchas posibilidades.

Quisiera decirte que tengo planes. Que no estos días no he parado de escribir y que sé perfectamente que mi novela será un éxito en Europa, pero ¿para qué más mentiras? Ya dejamos atrás la diplomacia ¿cierto?

La verdad es que ya no encuentro las palabras. No encuentro emoción frente al papel en blanco y siempre termino divagando sobre alcohol cuando logro empezar algo. No sientas que te estoy culpando, al contrario, te estoy dando las gracias.

Supongo que cada fracasado tiene una musa que lo inspira lo suficiente como para dar de qué hablar durante un tiempo. Y a mí ya no me queda más. Cumpliste tu misión conmigo y te vas a ir ardiendo mientras yo me desvanezco. No te vayas a preocupar por eso. Siempre supe que vivía tiempo prestado mientras estuve contigo.

Nada tan bueno puede durar mucho y sabes mejor que nadie que no puedo soportarlo. El melodrama es mi vicio incorregible. Para sentirme bien debo estar mal. Pero, la cosa es que no quiero estar mal sin ti.

Mi consuelo por ahora es que todavía los letreros de habitaciones libres en los moteles están encendidos, así que me iré a pasar unas buenas tardes allá. Sólo yo, el aire acondicionado y la terrible presencia de tu ausencia sentada a mi lado.