She's gone (Based on a true history)



Nancy murió hace una semana. Se fue de la vida desvaneciendo, como si una enorme goma de borrar la fuera difuminando cada día un poco. Luchó duro, como una fiera. Sí que era una mujer fuerte. Con uñas y dientes se sacudió la oscuridad del pellejo hasta que el cansancio la venció y entonces me dijo hasta luego con la mano.

Nos prometimos que la vida no nos iba a patear el culo hasta que no hubiésemos encendido el infierno en la tierra. Ella lo logró. Y si se dejó arrastrar fue porque ya no había puentes que derrumbar detrás de sus pies. Llegó al límite final del planeta, la frontera que Colón buscaba. No había nada más aquí para ella. Nancy era firme como mármol pero ya había sido suficiente resistir y ahora sus huesos descansan bajo la tierra que surcó sin consentimientos.

Caminé a su lado por el margen del abismo y mientras ella siempre miraba hacia el vacío sonriente, yo no tenía tiempo que perder y saltaba a tierra firme. Ahora que no está, regreso hasta borde y veo abajo. Es su rostro el que veo al asomarme pero no lo puedo tocar. Sólo me queda aullar a la luna, confiado en que me escuche y sepa que este costal de huesos y mala sangre la extraña tanto que se le entumen las vísceras de sólo recordar la silueta de su sombra.

Nancy era la mejor chica que he conocido. Tal vez nunca se lo dije pero fui un mejor hombre con que sólo pusiera mi nombre entre sus labios. No permitía que ella me viera por dentro porque me avergonzaba de mi alma. Soy un perro callejero, acostumbrado a vivir de la basura que hay en las canecas. Y aunque ella era peligrosa con el filo de una navaja, lo cierto es que tenía más corazón que un tigre herido. Y me amaba así como soy.

Nancy podía partir un hombre en dos sólo con una sonrisa. Nancy podía apagar una estrella sin siquiera empinarse. Nancy tenía la ira de diez mil dioses y la belleza de una gota de rocío sobre el pétalo de una flor al amanecer. Nancy era alfa y omega. Nancy me amaba y que ahora no está no sé cómo vivir.

Ahora camino solo por las noches en búsqueda de algo que me recuerde que sigo aquí. A veces despierto y no sé si estoy borracho o muerto. Entonces dejo todo tirado y me voy a la ciudad en pos suya. Cada noche la veo en el pelo gris de las meseras de los restaurantes. La oigo en los gemidos del gato negro que arde de fiebre en el callejón. La huelo en el alcohol de las jeringas del hospital. La acaricio en los muslos de las prostitutas de los Países Bajos. Su recuerdo sopla como una borrasca en mi corazón.

Debo llorar por Nancy, la mejor chica que he conocido jamás. Debo buscar mi redención, mi espíritu nauseabundo está condenado al purgatorio y ella está más allá del infierno y el paraíso. Ahora bebo por ella que amó al perro de amor sucio que soy yo. Debo llorar porque en primavera también mueren los cisnes. Amor, descansa en paz ahora mientras yo termino de arder en tu honor.